Hay muchas imágenes, miles y miles provenientes de todas partes del mundo, en Rastreador de estatuas, pero solo una la resume a la perfección: se trata de la imagen de una escultura al frente del Instituto de Neurocirugía de Santiago de Chile en la que un cerebro humano permanece suspendido en el aire, resguardado orgullosamente por dos manos delicadas. De una manera similar, la película de Jerónimo Rodríguez se propone crear una representación de la computadora humana, pero haciendo hincapié en el soft más que en el hardware. Así, mediante una estructura narrativa que hace recordar al funcionamiento de los antiguos cerebros mágicos, su documental ensayístico deja al descubierto todo el proceso intelectual que entra en juego desde el momento en que su protagonista recuerda una estatua visitada con su padre y se decide a encontrarla décadas más tarde. Como buen relato detectivesco, Rastreador de estatuas se vale de la historia de una búsqueda para componer un retrato paralelo e inasible de la memoria personal y del paso del tiempo. (Festival de Mar del Plata)
Chile, 2015
Clasificaciones: Cine, Adultos
- CENTRO CULTURAL RECOLETA (2016)