El otro señor G

Una adaptación libre de El Doble, la novela donde Fiodor Dostoievski desarrolló un tópico clásico de la literatura de finales del siglo XVIII: la imagen materializada de un doble. La puesta de Alfredo Martín hace foco en la ambivalencia afectiva que provoca una aparición de esas características y ahonda en el universo de conspiración, obsesión y psicosis en el que se ve inmerso Yakov Goliadkin cuando su vida se "altera" abruptamente. La pieza está protagonizada por Pablo Tiscornia y un numeroso elenco.

El Doble y Dostoievski:
Muchos autores literarios han tratado el tema del doble. Desde Edgar Allan Poe con William Wilson hasta José Saramago con El hombre duplicado. También El extraño caso de Dr. Jekill y Mister Hyde de R. L. Stevenson; El Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde; Desesperación de Vladimir Nabokov; Lejana, Una flor amarilla, El Perseguidor y La Noche Boca Arriba de Julio Cortazar; Aura de Carlos Fuentes o El Club de Lucha de Chuck Palaniuk, entre otros.
Muchos de estos materiales se llevaron al cine y al teatro con diferente suerte. Pero es Dostoievski quien se interna exhaustivamente en los recovecos de la mente de su protagonista para concebir un texto formidable y visionario, que cursa entre la realidad objetiva y la fantasía psíquica mostrando sus despliegues y articulaciones. Vale aclarar que se trata de un material prepsicoanalítico: Sigmund Freud escribirá: La interpretación de los sueños casi cincuenta años más tarde.

Sinopsis:
Yakov Pretovich Goliadkin es un funcionario gris que ha sido ignorado en su escalafón para un ascenso en una vacante. Esa situación precipita su deseo de rebelarse y decide pasar a la acción terminando con su presente anónimo de empleado público en la burocracia rusa, "alterando" su vida abruptamente. Al intentar realizar lo que hasta ese día era sólo un sueño, comete una serie de imprudencias y escándalos que lo colocan en una situación ridícula, de desprestigio y reprobación social.
Herido en su amor propio, se siente despreciado e intuye una conspiración en su contra urdida por sus superiores y compañeros. En ese momento aparece "un impostor": su doble materializado en otro. El protagonista entonces, intentará aliarse a su duplicado para hacer frente a quienes imagina sus enemigos y su fantasía crecerá, superponiéndose a una realidad que se torna amenazadora.

Criterios dramatúrgicos:
La adaptación hace pie en el aspecto de ambigüedad inherente a la imagen materializada de un doble. Una aparición de esas características interroga y duplica una identidad, invadiendo la subjetividad y provocando un universo de conspiración y ambivalencia afectiva.
Los diálogos sostienen situaciones que ponen en tela de juicio las percepciones de un pretendido "observador imparcial". Al mismo tiempo, las líneas de tensión creciente entre la palabra y las acciones dibujan sentidos que se amplifican y borran el margen entre ficción y realidad. El relato se apoya en distintas lógicas (lo obsesivo, lo paranoico, lo onírico, etc).
Los monólogos expresan la disociación mental del personaje que se asume otro, hablando con su propio yo desdoblado, aún antes de toparse con su copia viviente.

Criterios de la puesta:
La propuesta trabaja desde una estética realista con cierta estilización de las imágenes y elementos, que si bien no determina una época histórica, esboza una temporalidad cercana al siglo XIX.
Con la propuesta de estructurar un "circuito en tránsito" puesto en movimiento durante la puesta por los mismos actores, se suceden los diferentes lugares a modo de postas, logrando correr el límite entre verdad y simulación: un zaguán palaciego vestido con cortinados; una humilde vivienda rusa; la oficina pública, hacinada de expedientes y el salón de un bar se alternan a medida que se desarrollan las diferentes situaciones.
La iluminación sectoriza y ambienta los distintos sectores interiores y/o exteriores, particularizando en cada uno de ellos la atmósfera requerida por la obra.

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