Fabián Castellani es teatrista mendocino. Actualmente dirige el grupo La Rueda de los Deseos , en Mendoza. Ha estudiado profundamente la obra de Eugenio Barba y participado de diferentes reuniones del International School of Theatre Anthropology (ISTA). Realizó, además, diversos viajes para ampliar y profundizar su formación.
En el último Encuentro de Teatro realizado por El Séptimo , en Humahuaca, coordinó uno de los grupos de trabajo. En esta entrevista da cuenta de aquella tarea y de su relación con Barba y su poética.
- ¿Cuándo y cómo comenzaste a hacer teatro?
Comencé en la secundaria de la mano de mi profesor Guillermo Troncoso. Fue un trabajo interesante porque partimos de textos importantes como La cantante calva , luego también algo de Moliere, es decir que hicimos cosas poco habituales en una escuela secundaria.
Al terminar cursé la carrera de Intérprete Dramático, que duraba tres años. Paralelamente iba haciendo otras actividades complementarias: talleres, viajes... Al terminar la carrera, con unos compañeros nos juntamos y armamos un grupo en el que laburé muchísimo, pero luego nos fuimos dividiendo en cuanto a las líneas de trabajo y yo dejé de sentirme representado por esa forma de trabajo, y decidí iniciar mi propio grupo, que se llama La Rueda de los Deseos , con el que todavía hoy trabajo.
- ¿Cómo llegaste a Barba?
En 1990 hice un taller con José Luis Valenzuela en un festival de teatro andino y él me habló mucho de Barba y del teatro oriental, y me recomendó varios libros. Yo comencé inmediatamente a leer Más allá de las islas flotantes , de Barba, texto que tiene una poesía especial, que habla de cosas que no abordan otros libros de teoría teatral. Me gustó mucho y comenzamos a trabajar e investigar con mis compañeros.
En 1993 el Odin fue a Santiago de Chile, nos enteramos y partimos con mi novia de aquel entonces, que compartía el laburo conmigo. Cuando llegamos, logramos ver Kaosmos , el espectáculo que presentaban. Fue una sorpresa grande porque yo buscaba algo más raro y lo que vi me pareció muy orgánico, entonces al principio me chocó un poco. La segunda vez que vi el espectáculo lo hice con menos prejuicios y me fascinó.
Después vi Inside the Skeleton of the Whale (Dentro del esqueleto de la ballena), que es justamente como una versión más estructurada de Kaosmos; también me gustó mucho.
Allí empezó todo, hice ese viaje sin un peso, mi compañera volvió y yo decidí quedarme un día más. Al finalizar una función de uno de sus espectáculos que presentaba, decidí encarar a Roberta Carreri para comentarle que me interesaba hacer algún taller con ellos. Roberta me dio el e-mail del grupo, e inmediatamente entramos en contacto.
Primero fui a Brasil, a unas sesiones abiertas en 1994, en el 97 llevamos a Eugenio y a Julia Varley a Mendoza, y yo fui a Dinamarca. En el 98 llegué a Portugal, y en el 2000 a Alemania.
Reconozco en Barba a mi maestro. He estudiado mucho su laburo, he participado en muchas reuniones del ISTA y del Odin, fuimos a Portugal y a Alemania... he invertido mucho en mi formación pero lo hice de manera totalmente consciente.
Los barbianos somos muy estigmatizados por esa identidad. En Mendoza no se sabe mucho sobre el trabajo de Eugenio y hay bastante rechazo a lo distinto, entonces al principio me costaba asumir esa elección y alternaba mi formación con otras líneas como la de Patrice Pavis. Finalmente decidí no resistirme porque, de fondo, esto es lo que a mí me gusta y en lo que vengo trabajando tanto.
Yo nunca tuve una relación muy cercana con Eugenio, nunca tuve una charla cara a cara, pero sé que él me registra y creo que debe tener un buen concepto de nuestro trabajo; mantenemos correspondencia epistolar.
- ¿Cuáles son tus puntos de diferencia en relación a tu propuesta y la de Barba?
A mí me gusta trabajar acciones y espacios grandes, yo veo que el Odin trabaja la retención de la acción, la acción pequeña... eso no lo comparto.
Creo que a medida que voy viendo el desarrollo de mi laburo veo aparecer una marca más personal, ir pudiendo montar espectáculos me permite confrontar con los postulados de Barba: él sostiene que no existe la improvisación, y yo tengo otra opinión al respecto, me gusta el trabajo de improvisación con grupos.
- Cómo llegás a El Séptimo?
En Portugal conozco a la mujer de Tony Célico y a otra chica que era integrante de Los Viajeros, nos alojamos juntos en Lisboa y seguimos en contacto.
A Tony lo conocí en Alemania. Él había recibido referencias mías a través de Eugenio Barba (a quien le encanta crear éste tipo de lazos). Tony nos invitó varias veces a venir a Humahuaca pero nunca lográbamos ir por cuestiones económicas. En el 2003 fui a Humahuaca invitado junto con otros directores del país, para participar en el módulo ?Tres: acerca de la mirada externa?. Ese trabajo fue muy lindo y me permitió conocer bien a Daniel Misses y a Tony.
Para mí fue una alegría muy grande porque al final Daniel me propuse organizar una actividad en el invierno que finalmente hicimos con Eleonora Mónaco, en Mendoza, con quien también tuve muy buena onda. Con cada uno de ellos encuentro puntos de contacto para vincularme diferentes que se complementan.
Para nosotros es muy esforzado venir a Humahuaca, pero lo hacemos porque nos permite vivir una experiencia de crecimiento muy profunda; se da una situación de trabajo inusual que no se logra en la universidad ni en otros ámbitos.
- ¿Cuál fue tu propuesta para este encuentro de El Séptimo?
Yo trabajé con Calvino, a quien había leído mucho. Mi trabajo fue primero desde lo creativo, de armar historias y luego a partir de Las ciudades invisibles buscar imágenes. Me guié mucho por un libro de Calvino que se llama Seis propuestas para el próximo milenio , son las conferencias que escribió antes de morir, allí habla de la creación a partir de la imagen. Calvino fue el disparador. La idea fue incentivar la imaginación, la creatividad y la fantasía. Esa fue una primera etapa. En el segundo paso se incorporaron elementos técnicos para enriquecer el material.
- ¿Cómo es el entrenamiento que proponés?
Nosotros siempre lo orientamos hacia alguna temática; hay ejercicios básicos que son pre-expresivos (término tomado de la Antropología Teatral), y que sirven para cualquier trabajo que uno quiera emprender, hay otros que tienen que ver más con el tipo de espectáculo que uno quiere hacer.
Ahora estoy trabajando con secuencias de acción y eso es lo que llevé a Humahuaca. Planteo una secuencia que se arma desde lo narrativo, entonces partimos de diferenciar acción y movimiento. Trabajamos el rol del narrador.
En Humahuaca presentamos ejercicios de la técnica Suzuki, otros de improvisación y de deconstrucción (creás la escena por capas: primero el espacio, luego el ritmo, la forma, la historia, la emoción); este me parece que es un muy buen ejercicio para el actor porque lo hace consciente de todos esos niveles y porque también permite una buena comunicación grupal. A mí me interesa mucho que el entrenamiento sea consciente de hacia donde va.
También trabajamos vocalmente y un poco de elongación y relajación (nuestro grupo trabaja siempre con coreógrafos).
Muchas de las propuestas que yo llevo a Humahuaca son creaciones mías que pruebo, porque nacen de leer materiales teóricos y luego, el contacto con el grupo me permite confrontar su efectividad.
- ¿Cómo es el trabajo de La Rueda de los Deseos?
El grupo se formó en el 2001; el nombre proviene de un poema de Bertolt Brecht.
Yo venía de trabajar con un grupo que tenía una dirección horizontal y cierta trayectoria ?habíamos girado por Europa? pero yo decido, a partir de algunas diferencias que surgen con mis compañeros, dejarlo y empezar de cero.
Nuestro entrenamiento siempre está influido por los espectáculos que estamos ensayando, y como cada proceso es diferente vamos variando, también permanentemente trabajamos sobre problemas específicos de los actores que vamos detectando.
Por lo general insistimos mucho en que el actor pueda encontrar el centro como motor, lo que nos ayuda a trabajar diferentes elementos como la precisión, el control del peso, el estar preparado para la acción, etc. Para esto utilizamos ejercicios aprendidos de la Antropología Teatral, el Odin Teatret, Técnica Suzuki y ejercicios de danza contemporánea.
La segunda parte exploramos sobre el nivel expresivo. Es una parte importante porque muchas veces aquí se definen elementos importantes de la que va a ser la estética de la obra a estrenar. El famoso "¿Cómo?"
- ¿Cuál es tu evaluación sobre el Encuentro de Humahuaca y cuáles fueron tus objetivos al participar?
Para mí estas instancias de estudio sobre una temática específica, en un lugar alejado y tranquilo como Humahuaca y con esa disposición de tiempo de los participantes y de los docentes es el paraíso. Creo que en un año de trabajo es dificilísimo lograr lo que logra El Séptimo. Por eso trabajás diez días y vas percibiendo lo realizado a lo largo del año y del tiempo. Creo que tampoco hay instituciones oficiales interesadas en lograr esto.
Mi necesidad personal pasa por aprender e investigar sobre mi pasión que es el teatro y El Séptimo me da esta posibilidad. A veces hay temáticas que me interesan más que otras, pero lo fascinante es sumergirse y a través de las preguntas llenarse de nuevas preguntas que siempre son tamizadas desde lo individual y lo grupal.
Finalmente, es un gran encuentro con personas que comparten esta locura, gente que trabaja lejos pero cerca. Esa es una experiencia que me produce felicidad.
En el último Encuentro de Teatro realizado por El Séptimo , en Humahuaca, coordinó uno de los grupos de trabajo. En esta entrevista da cuenta de aquella tarea y de su relación con Barba y su poética.
- ¿Cuándo y cómo comenzaste a hacer teatro?
Comencé en la secundaria de la mano de mi profesor Guillermo Troncoso. Fue un trabajo interesante porque partimos de textos importantes como La cantante calva , luego también algo de Moliere, es decir que hicimos cosas poco habituales en una escuela secundaria.
Al terminar cursé la carrera de Intérprete Dramático, que duraba tres años. Paralelamente iba haciendo otras actividades complementarias: talleres, viajes... Al terminar la carrera, con unos compañeros nos juntamos y armamos un grupo en el que laburé muchísimo, pero luego nos fuimos dividiendo en cuanto a las líneas de trabajo y yo dejé de sentirme representado por esa forma de trabajo, y decidí iniciar mi propio grupo, que se llama La Rueda de los Deseos , con el que todavía hoy trabajo.
- ¿Cómo llegaste a Barba?
En 1990 hice un taller con José Luis Valenzuela en un festival de teatro andino y él me habló mucho de Barba y del teatro oriental, y me recomendó varios libros. Yo comencé inmediatamente a leer Más allá de las islas flotantes , de Barba, texto que tiene una poesía especial, que habla de cosas que no abordan otros libros de teoría teatral. Me gustó mucho y comenzamos a trabajar e investigar con mis compañeros.
En 1993 el Odin fue a Santiago de Chile, nos enteramos y partimos con mi novia de aquel entonces, que compartía el laburo conmigo. Cuando llegamos, logramos ver Kaosmos , el espectáculo que presentaban. Fue una sorpresa grande porque yo buscaba algo más raro y lo que vi me pareció muy orgánico, entonces al principio me chocó un poco. La segunda vez que vi el espectáculo lo hice con menos prejuicios y me fascinó.
Después vi Inside the Skeleton of the Whale (Dentro del esqueleto de la ballena), que es justamente como una versión más estructurada de Kaosmos; también me gustó mucho.
Allí empezó todo, hice ese viaje sin un peso, mi compañera volvió y yo decidí quedarme un día más. Al finalizar una función de uno de sus espectáculos que presentaba, decidí encarar a Roberta Carreri para comentarle que me interesaba hacer algún taller con ellos. Roberta me dio el e-mail del grupo, e inmediatamente entramos en contacto.
Primero fui a Brasil, a unas sesiones abiertas en 1994, en el 97 llevamos a Eugenio y a Julia Varley a Mendoza, y yo fui a Dinamarca. En el 98 llegué a Portugal, y en el 2000 a Alemania.
Reconozco en Barba a mi maestro. He estudiado mucho su laburo, he participado en muchas reuniones del ISTA y del Odin, fuimos a Portugal y a Alemania... he invertido mucho en mi formación pero lo hice de manera totalmente consciente.
Los barbianos somos muy estigmatizados por esa identidad. En Mendoza no se sabe mucho sobre el trabajo de Eugenio y hay bastante rechazo a lo distinto, entonces al principio me costaba asumir esa elección y alternaba mi formación con otras líneas como la de Patrice Pavis. Finalmente decidí no resistirme porque, de fondo, esto es lo que a mí me gusta y en lo que vengo trabajando tanto.
Yo nunca tuve una relación muy cercana con Eugenio, nunca tuve una charla cara a cara, pero sé que él me registra y creo que debe tener un buen concepto de nuestro trabajo; mantenemos correspondencia epistolar.
- ¿Cuáles son tus puntos de diferencia en relación a tu propuesta y la de Barba?
A mí me gusta trabajar acciones y espacios grandes, yo veo que el Odin trabaja la retención de la acción, la acción pequeña... eso no lo comparto.
Creo que a medida que voy viendo el desarrollo de mi laburo veo aparecer una marca más personal, ir pudiendo montar espectáculos me permite confrontar con los postulados de Barba: él sostiene que no existe la improvisación, y yo tengo otra opinión al respecto, me gusta el trabajo de improvisación con grupos.
- Cómo llegás a El Séptimo?
En Portugal conozco a la mujer de Tony Célico y a otra chica que era integrante de Los Viajeros, nos alojamos juntos en Lisboa y seguimos en contacto.
A Tony lo conocí en Alemania. Él había recibido referencias mías a través de Eugenio Barba (a quien le encanta crear éste tipo de lazos). Tony nos invitó varias veces a venir a Humahuaca pero nunca lográbamos ir por cuestiones económicas. En el 2003 fui a Humahuaca invitado junto con otros directores del país, para participar en el módulo ?Tres: acerca de la mirada externa?. Ese trabajo fue muy lindo y me permitió conocer bien a Daniel Misses y a Tony.
Para mí fue una alegría muy grande porque al final Daniel me propuse organizar una actividad en el invierno que finalmente hicimos con Eleonora Mónaco, en Mendoza, con quien también tuve muy buena onda. Con cada uno de ellos encuentro puntos de contacto para vincularme diferentes que se complementan.
Para nosotros es muy esforzado venir a Humahuaca, pero lo hacemos porque nos permite vivir una experiencia de crecimiento muy profunda; se da una situación de trabajo inusual que no se logra en la universidad ni en otros ámbitos.
- ¿Cuál fue tu propuesta para este encuentro de El Séptimo?
Yo trabajé con Calvino, a quien había leído mucho. Mi trabajo fue primero desde lo creativo, de armar historias y luego a partir de Las ciudades invisibles buscar imágenes. Me guié mucho por un libro de Calvino que se llama Seis propuestas para el próximo milenio , son las conferencias que escribió antes de morir, allí habla de la creación a partir de la imagen. Calvino fue el disparador. La idea fue incentivar la imaginación, la creatividad y la fantasía. Esa fue una primera etapa. En el segundo paso se incorporaron elementos técnicos para enriquecer el material.
- ¿Cómo es el entrenamiento que proponés?
Nosotros siempre lo orientamos hacia alguna temática; hay ejercicios básicos que son pre-expresivos (término tomado de la Antropología Teatral), y que sirven para cualquier trabajo que uno quiera emprender, hay otros que tienen que ver más con el tipo de espectáculo que uno quiere hacer.
Ahora estoy trabajando con secuencias de acción y eso es lo que llevé a Humahuaca. Planteo una secuencia que se arma desde lo narrativo, entonces partimos de diferenciar acción y movimiento. Trabajamos el rol del narrador.
En Humahuaca presentamos ejercicios de la técnica Suzuki, otros de improvisación y de deconstrucción (creás la escena por capas: primero el espacio, luego el ritmo, la forma, la historia, la emoción); este me parece que es un muy buen ejercicio para el actor porque lo hace consciente de todos esos niveles y porque también permite una buena comunicación grupal. A mí me interesa mucho que el entrenamiento sea consciente de hacia donde va.
También trabajamos vocalmente y un poco de elongación y relajación (nuestro grupo trabaja siempre con coreógrafos).
Muchas de las propuestas que yo llevo a Humahuaca son creaciones mías que pruebo, porque nacen de leer materiales teóricos y luego, el contacto con el grupo me permite confrontar su efectividad.
- ¿Cómo es el trabajo de La Rueda de los Deseos?
El grupo se formó en el 2001; el nombre proviene de un poema de Bertolt Brecht.
Yo venía de trabajar con un grupo que tenía una dirección horizontal y cierta trayectoria ?habíamos girado por Europa? pero yo decido, a partir de algunas diferencias que surgen con mis compañeros, dejarlo y empezar de cero.
Nuestro entrenamiento siempre está influido por los espectáculos que estamos ensayando, y como cada proceso es diferente vamos variando, también permanentemente trabajamos sobre problemas específicos de los actores que vamos detectando.
Por lo general insistimos mucho en que el actor pueda encontrar el centro como motor, lo que nos ayuda a trabajar diferentes elementos como la precisión, el control del peso, el estar preparado para la acción, etc. Para esto utilizamos ejercicios aprendidos de la Antropología Teatral, el Odin Teatret, Técnica Suzuki y ejercicios de danza contemporánea.
La segunda parte exploramos sobre el nivel expresivo. Es una parte importante porque muchas veces aquí se definen elementos importantes de la que va a ser la estética de la obra a estrenar. El famoso "¿Cómo?"
- ¿Cuál es tu evaluación sobre el Encuentro de Humahuaca y cuáles fueron tus objetivos al participar?
Para mí estas instancias de estudio sobre una temática específica, en un lugar alejado y tranquilo como Humahuaca y con esa disposición de tiempo de los participantes y de los docentes es el paraíso. Creo que en un año de trabajo es dificilísimo lograr lo que logra El Séptimo. Por eso trabajás diez días y vas percibiendo lo realizado a lo largo del año y del tiempo. Creo que tampoco hay instituciones oficiales interesadas en lograr esto.
Mi necesidad personal pasa por aprender e investigar sobre mi pasión que es el teatro y El Séptimo me da esta posibilidad. A veces hay temáticas que me interesan más que otras, pero lo fascinante es sumergirse y a través de las preguntas llenarse de nuevas preguntas que siempre son tamizadas desde lo individual y lo grupal.
Finalmente, es un gran encuentro con personas que comparten esta locura, gente que trabaja lejos pero cerca. Esa es una experiencia que me produce felicidad.
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