Es el tercer movimiento de una obra mayor para danza, compuesta "ad hoc" y pensada para ser representada en grandes espacios. El trabajo focaliza en la interacción entre música, coreografía y arquitectura, reflexionando sobre el concepto de estructura en cada uno de los campos artísticos involucrados. Estructura implica sistema, es decir que sus elementos constituyentes se relacionan de manera tal, que la modificación de cualquiera de ellos significa la mutación o transformación de todos los demás.
Los bailarines trabajaron inicialmente sus propias estructuras de movimiento bajo el rigor de un patrón musical de 12/8, para luego abrirse a la percepción de los juegos tímbricos y melódicos y de las diversas capas sonoras del material sinfónico contemporáneo. Resultó de vital importancia la experiencia física en el escenario del Teatro Real, a fin de crear desde el principio un "rapport" con elementos espaciales como perspectiva, trayecto, volumen, límite, no límite etc.
Finalmente, en este trabajo aún en proceso, se esbozan elementos de teatralidad que llaman al "juego desestabilizador", tal como alude el título de esta pieza.
- Este espectáculo formó parte del espectáculo: Instantes