Cita a ciegas

Una plaza, un banco y un famoso escritor ciego. Los caminos trazados o desdibujados por el tiempo y una cantidad infinita de ramificaciones que presentan otras posibilidades. Aquellos encuentros y desencuentros. Lo que sucedió y lo que podría haber sucedido.
Hipótesis que ponen en jaque el destino de los personajes, historias que se enlazan con el amor. El amor que no siempre tiene la misma cara, el amor que sacude, el amor inevitable.

Sobre Cita a Ciegas:
En 1984 fui a entrevistar a Jorge Luis Borges en su departamento, en el sexto piso de la calle Maipú 994. Hablamos por varias horas, porque Borges tenía tiempo y le gustaba tener compañía. Entre las cosas que me dijo, rescaté especialmente su reflexión sobre la función de la metáfora.
“El zorro puede ser una metáfora de la astucia, pero una vez que se establece esa relación, la lealtad del escritor es con el zorro y no con la metáfora”, me dijo.
Yo recordé este principio mientras escribía Cita A Ciegas. Inicialmente, el personaje de El Ciego evocaba, para mí, la figura de Borges, pero a medida que la trama cobraba vida, mi lealtad dramática residía en el personaje de El Ciego y no en la fidelidad a la personalidad de Borges.
Y sin embargo, mágicamente, estas dos aparentes paralelas se interceptan en el infinito.
Cuando Cita A Ciegas se estrenó en el Teatro Nacional Cervantes, alguien me comentó que había un espectador que había visto la obra ocho veces. Sorprendido, pedí que averiguaran de quién se trataba. resultó ser Jorge Martínez Suárez, admirado director de cine y hermano de Mirta Legrand.
Tiempo después, en un viaje a Buenos Aires, fui a visitarlo para que me explicara su obsesión con la obra.
“Yo fui muy amigo de Borges”, me dijo, “y cuando me siento allí, en la sala a oscuras, me parece estar escuchándolo.”
Mucho antes de que la mecánica cuántica se convirtiera en la teoría fundamental de la física, Borges ya había explorado la ilusión del tiempo y el espacio y especulado sobre la existencia de mundos paralelos. Yo decidí retomar este concepto caleidoscópico del tiempo para contar una historia de amor, pasión y encuentros fortuitos.

Cita a Ciegas se presentó en más de veinte países, fue traducida al sueco, al húngaro, al rumano, al danés, al francés, al inglés y al italiano y recorrió el mundo desde la Argentina a Australia. Andrée Ruth Schammah, la legendaria directora del Teatro Franco Parenti de Milán, insistió en venir a Buenos Aires para sentarse en un banco de la Plaza San Martín antes de abordar su magnífica puesta.

Por eso le agradezco a mi amigo Mauro J. Pérez el haber emprendido esta nueva versión con un elenco de estupendos actores. Porque la casa de Cita a Ciegas fue siempre Buenos Aires.

Mario Diament
Miami, abril de 2023

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